sábado, 10 de abril de 2010

un cacho de mi

Dentro de todo soy normal. Pero hay ciertas cosas que me distinguen. Cosas que quizás ni yo supe por mucho tiempo.
Soy obsesiva compulsiva sin diagnosticar. Pero que lo soy, lo soy. Si el sombrero que está sobre mi piano no está en la posición y lugar que le asigné TENGO que acomodarlo. Puedo cambiar su lugar, si, e incluso tirarlo. Pero soy yo quien decide eso. Así con todo.
Duermo sola. A pesar de mi cama de dos plazas, Duermo sola. Necesito esa inmensidad sólo para mi. Poder darme vuelta cuantas veces quiera sin preocuparme por cuán cerca estoy de tirar a la otra persona. Yo, Duermo sola.
No puedo dormir con algo fuera de lugar en mi habitación. Nunca. Jamás pude. Todo tiene que estar en orden y sólo puedo ser flexible en este aspecto si las cosas que quedan por guardar van en algun sitio ajeno a mi cuarto. En este caso, dejo todos esos objetos juntos sobre mi escritorio o piano listos para ser guardados al día siguiente.
Me baño MÍNIMO una vez por día. Pasadas las 24 horas (cómo caso extremo) debo haberme vuelto a bañar.
Antes de dormir, mejor dicho, para lograr dormir debo escribir o recrear una historia en mi mente. He aquí la función de mi blog. Si carezco de inspiración para escribir, me acuesto, apago las luces e invento una historia en mi cabeza en la cual, por supuesto, soy la protagonista. Me invento personalidades, familias, historias de vida, nacionalidades, aptitudes, todo lo que pueda inventarse.
A lo largo del día, si me ven distraída, es muy probable que esté imaginando posibles guiones o novelas, surgiendo con obras maestras que me llevan a pensar: "La puta, yo podría ser una gran escritora, con esta idea ganaría millones". Son, no por alardear, historias increíblemente buenas que siempre pero siempre olvido.
Suelo tener mis momentos de brillantez en la ducha, o cuando estoy a punto de dormirme. Momentos en los cuales hago un esfuerzo descomunal para recordar las ideas a la mañana siguiente. Aunque se que al otro día, lo único que voy a recordar, es todo lo que tengo por delante.
Soy ultra meticulosa. No amanezco sin mate. Sin tostadas de pan blanco con queso blanco haciendo un sandwich con queso mantecoso. No salgo sin determinadas cosas en el bolso. Amanezco siempre más temprano de lo necesario.
Me cuesta sentarme a tocar el piano o colgarme el saxo para estudiar. Pero una vez que lo hago, no puedo dejarlo. Me cuesta sentarme a componer. Pero una vez que lo hago, me copo y no paro.
No como carne. No la extraño ni un poco. No como azúcares, quizás una excepción ocasional es el helado. Casi no tomo café. No tomo gaseosa a menos que no halla otra cosa.
Hago planes. Siempre, hago planes. Rara vez los realizo. Y si los realizo, lo hago mucho más tarde de lo pensado. Si quieren salir conmigo, avisenme a último momento. Si estoy medianamente lista o con el suficiente tiempo para estarlo, voy.
Si improviso, me va mucho mejor.
Tengo terror a parecerme a mis padres en muchos de sus aspectos. Mi mejor amigo es uno de mis hermanos. Tengo miedo de ser estéril pero le tengo terror al parto.
Desde los ocho años, siempre sueño con un flaco. Siempre con el mismo. La gente sueña conmigo. Mucho. Amigos y gente que apenas me conoce.
Muchísimas personas me confesaron que al conocerme, les caí mal. Sí, caigo mal. No se que pasa después.
Vivo en una familia machista. En casa se pelean por deporte. Discuten sin argumentos. Pelean por pelear. En casa gritamos. Mucho. Aunque estemos al lado, hablamos gritando. En casa somos todos iguales, pero de todos nos quejamos.
No tengo hermanas. Y lo agradezco.
Soy siempre la segunda. Me enojo y sufro como todos. Pero no soy rencorosa. No suelo serlo. Mi rencor dura poco. Generalmente. Me olvido del mal que me causan. Pero si soy yo la que causé el mal, queda por siempre marcado en mi culpa y mi conciencia. Y nunca me perdono, aunque ya la otra persona halla olvidado incluso mi nombre.
No me tomo nada a la ligera y como venga. Trato, pero nunca puedo.

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