Estoy logrando focalizar mi exceso de energía en cosas más que buenas.
Cosas productivas o que simplemente me hacen feliz.
Arreglando viejos desperfectos en mi vida sin ahondar demasiado.
Viéndole lo bueno a lo malo. Realmente viéndolo.
Estoy en mi momento SIIII. En mi momento feliz. A pesar de mis bajos de presión, a pesar del momento hormonal.
A pesar de todo eso ESTOY EN MI MOMENTO.
Sin embargo, no dejan de preguntarme qué es lo que me pasa. Si estoy bien o mal. Algunos que me notan deprimida, otros extremadamente relajada y otros que más estresada que nunca. Hasta que hoy mi amigo de la vida me dijo que no estaba ni si ni no.
Qué es lo que pasa?? Pasa que cuando me preguntan cómo estoy, yo contesto que estoy bien. O que estoy muy bien. Pero no lo digo eufóricamente. Pero porque estoy BIEN, TAN BIEN y tan ARMONIOSA que no necesito exaltarme para decir que estoy bien. Me basta caminar con una sonrisa estampada en la cara para estar bien.
Ya no necesito hablar de mis problemas. Porque no tengo.
No necesito llorar. Porque no quiero
No necesito estar eufórica para que sepan, amigos, que estoy bien.
Poco me basta para sonreír. Poco para conformarme.
Soy dueña de una calma hermosa. No de las calmas que me apabullaron el año pasado, esas seguidas por tormentas, no. Sino esas calmas con bossa. Esas calmas con sol y frio. Esas calmas tranquilas, risueñas, alegres.
Estoy MUY BIEN. Estoy MÁS QUE BIEN.
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