miércoles, 27 de octubre de 2010

2010

Antes de empezar el año sólo pedí que fuera un año groso. Y los astros me escucharon. Todo deseo que pedí a las pestañas se cumplió, incluso las veces que se me cayeron al piso.
Perdí a mi mejor amiga. Creí que la había perdido para siempre. Pero sin embargo, simplemente extrañándonos, nos estamos recuperando.
Me mandé cagadas. Hice cosas que me había prometido nunca hacer. Sin embargo, no me arrepiento de ninguna.
Descubrí que podía enamorarme. Me enamoré como pensé que nadie podía enamorarse. Conocí a mi mejor amigo en el mundo entero. Descubrí que soy celosa.
Ahora sé que me gustan cosas que nunca pensé que podían gustarme. Que quiero a gente que pensé que no soportaba. Que las cosas no son tan así como parecen. Que la gente es como es porque tiene sus motivos.
Que pude perdonar lo que consideraba imperdonable.
Que soy más parecida a mi mamá de lo que creía. Y me enorgullece decir que eso me enorgullece.
Que no creo en mi misma tanto como creí que creía. Que enamorarse, en efecto, es mucho más que agarrarse de la mano.

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