martes, 28 de septiembre de 2010

Me dijeron que adelante mío había un elefante negro. Yo dije que no lo veía. Porque REALMENTE NO LO VEÍA. Adelante mío hay pasto, no un elefante negro. Insistieron en que había un elefante negro. Entonces me acerqué a tocarlo, a pesar de que no lo veía. Pero sentí aire. Nada más que aire.
Entonces, para que no pensaran que estaba loca, tratando de mantener la cordura, insistí en que ahí no había nada. Me pusieron cara de académicos, y con voz irritablemente dulce te dijeron: “que vos niegues sus existencia no va a hacer que el elefante desaparezca, es mucho mejor que aceptes que está ahí y lo arregles”. Gracias, ahora me preocupo más. Pero seguía sin verlo. Entonces decidí ir al especialista en elefantes para que me enseñe a ver elefantes, y lo vi, pero no era negro, era gris. Sin embargo mi familia siguió insistiendo en que a pesar de que logré ver al elefante, no lograba ver su negrura. Eso me frustró más y logró que mi visión se volviera más borrosa que antes, dejando de ver completamente, no solo el elefante, sino también el pasto, el cielo. Fui al oculista, me dijo que mi vista estaba en perfectas condiciones. ¿Por qué no logro ver entonces al elefante? “porque tenés mal modo” responden todos.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La Araña, por Eduardo Galeano

Araño se acerca a la araña, dispuesto a la hazaña, y dándose maña la va envolviendo, poquito a poco, en los hilos de seda de la telaraña. Mientras acaricia su cuerpo de terciopelo y le hace cosquillas y la abraza con sus ocho brazos, el araño ata a la araña, la ata bien atada: si no la ata, ella lo devora después de hacer el amor.
Al araño no le gusta nada esta costumbre de la araña, de modo que ama y huye antes de que la prisionera se libere y le clave el aguijón.

¿Quién entiende al araño? Se ha salvado de ser comido; pero ahora, que está lejos de su saña, extraña a la araña.

martes, 21 de septiembre de 2010

El mejor hombre del mundo

El mejor hombre del mundo me dijo hace mucho que todo es experiencia.
El mejor hombre del mundo me dijo alguna vez que todo lo que hagamos con seguridad y por buenos motivos deja de ser razón para arrepentirse.
El mejor hombre del mundo me dijo un día que ponerle buena cara a lo malo hace que todo resulte bien.
He visto al mejor hombre del mundo en crisis. Veo como el mejor hombre del mundo se aleja de sus consejos en la desesperación.
Y me gusta ser la mejor joven del mundo para él por un rato. Me gusta recondarle lo que alguna vez me dijo y ver cómo mi corta experiencia lo ayuda al mejor hombre del mundo.
Soy quien soy gracias al mejor hombre del mundo, y me enorgullece decir que él es quien es gracias a su mejor joven del mundo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Un cacho de mi

Supongo que sigo creyendo que tengo la posta cuando me dicen que estoy loca, sí. Pero además de reir fluyo un poco por la vida. Algo me gusto ahora y tengo más clara mi religión. Siguen siendo complicados mis viejos pero yo estoy un poco más dócil.
Ya no lloro cuando me hablan de amor, de hecho, por primera vez disfruto hablar de él.
Me enerva que me mientan y ya no creo nada de nada. Ya no siempre me insulto, sigo besando si me besan, y sin moverme si me tocan. Pero sigue doliendo y sigo rompiéndome. Pero por lo menos esta vez me doy cuenta cuando me quiebro, y no me molesto en arreglarme.
¿Qué hacer cuando sé que me miente? Que no está bien, que le duele tanto como se quiebra su voz cuando lo dice. Que tiene un gran dolor en el alma que nunca la dejará tranquila.
Puede ser que llore de a ratos espaciados por siglos, pero que no desahogue, sino que deja escapar aquella gota que está por rebalsar su vaso.
Ya le duele todo, al punto que cuando llueve hay tormenta en su cabeza y se le quema el alma cuando está soleado. Para romper su vaso, entrega en su totalidad el poco amor que le queda a quienes la rodean, dejando nada para sí.
¿Qué hacer entonces? ¿Obligarla a decirme que guardar su dolor la está destruyendo o dejarla ser hasta que explote?
Será que en verdad no puede ver su dolor, y hasta quizá no sienta las lágrimas o no le duela que le pregunte. Pero yo sé que me miente.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mirar a la cara a la vida. Siempre debemos mirar a la cara a la vida. Debemos conocer a la vida por lo que es. Al fin conocerla por lo que es. Amarla por lo que es. Y al final desecharla.
No se puede encontrar la paz evadiendo la vida.


(de la peli Las Horas)