lunes, 23 de noviembre de 2009

Hoy es uno de esos días malos, cruzados, torcidos. Esos días en los que te levantaste con el pie izquierdo. Te fuiste a hacer tostadas y no había pan, te fuiste a duchar y no había agua. Se te pasó el agua del mate. Se te volcó la yerba. Perdiste el micro. Se atrasó la persona que esperabas. Fuiste a comprar el almuerzo y no había más tarta de jamón. Te quedaste sin tiempo. Se largó a llover y no habías llevado paraguas ni piloto. Perdiste plata. Tocaste el piano bien cuando nadie te estaba escuchando y mal cuando te estaban escuchando. Te peleaste con alguien. Hacía calor y estaba pesado. Y cuando lograste descargarte y superar todo, cuando creíste que tu suerte había cambiado y el día empezaba a ser mejor, recibiste una carta inesperada, en sobre rojo (literalmente). Esa bendita carta te cagó lo que quedaba del día. A partir de esa carta se cortó el cable, esa carta puso de mal humor a la persona equivocada, y cuando a esa persona se le pasó, se enojó otra. Te arruinaron el día. Fuiste a conectarte y no te andaba el messenger, cuando POR FIN POR ARTE DE MAGIA PUDISTE CONECTARTE, te llamaron a comer. En la comida te seguiste peleando. Te siguieron reclamando lo mismo. Te hiciste cargo. Cuando fuiste a imprimir la solución te diste cuenta de que no tenías tinta en la impresora. Y CUANDO LOGRASTE IMPRIMIR... TE LLAMARON Y TE SIGUIERON GRITANDO. Y cuando te pusiste a escribir, te VOLVIERON A GRITAR porque arruinaste el shampoo. Hoy tuve un día malo, cruzado, torcido. No me hablen porque muerdo. No me miren porque exploto. Me voy a dormir, SABIENDO que mañana NO va a ser mejor.

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