miércoles, 1 de julio de 2009
Joan Baez en concierto (notas de bolsillo de Dylan)
Más tarde mis ídolos cayeron porque comprendí que no eran más que hombres y que tenían razones para sus actos y que no eran las mías en modo alguno y que no podía depender de ellos por más tiempo. Pero lo que aprendí de cada dios olvidado fue que el campo de batalla era únicamente mío y que sólo yo podría arrojar mi piedra, y los símbolos que hasta entonces habían crecido, deformados pero con poderoso aspecto, fueron vistos a mi lado bajo un relieve más definido, y el símbolo "hermosura" todavía me revolvía las tripas, pero ahora con algo más que sonidos vergonzosos, y yo me rebelaba con doble fuerza y con diez veces más orgullo y recorrí mi camino, y canté mi canción como un archicriminal que no hubiera hecho ningún mal ni cometido ningún crimen pero que estuviera gritando a través de los barrotes de la prisión de algún otro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario